martes, 26 de enero de 2010

La ventana

Esta es la historia de un niño. No, mejor una niña. Sí, y se llamaba... bueno, el nombre no importa. La cosa es que nació con huesos de vidrio, lo cual le impedía cumplir su gran y máximo sueño. Un día 26 de Octubre dentro de su acolchado y solitario apartamento pintaba el paisaje que se puede ver a través de su única y aburrida ventana: un muro de rojos ladrillos con un par de carteles publicitarios sobre algo que no vale la pena mencionar.
Una y otra vez.
Cuando era invierno, le pintaba la nieve y la lluvia que caía.
Cuando era otoño, agregaba las cafés y amarillentas hojas que caían de un árbol que llegaba hasta la luna, por lo tanto no se podía apreciar nada más que una parte del tronco.
Cuando era verano, ponía rayos de luz y gente en traje de baño.
Y cuando era primavera, las flores y los colores eran el principal protagonista que adornaban esa tan tipica y ordinaria pared.
La verdad, es que nada cambiaba. Ni las flores, ni la gente en traje de baño, ni las hojas. Nada de eso se podía apreciar en una simple pared. De hecho sólo cambiaba en los carteles que sólo una persona solía observar.
Se pegaba en sus propios muebles y en todo lo que había dentro de esa casa. El más pequeño roce era el más grande accidente.
Y claro, sus huesos son de... vidrio.
Un día ocurrió algo bastante inusual para esas cuatro paredes.
DING DONG.
Alguien quería visitarla. Era un oficial, amargado y colorín (sí, un oficial colorín, lejos lo más interesante y único de la historia) que la visitaba por sospechos de tráfico de drogas.
Y sí, ella traficaba drogas. Pero se las daba a las palomas o a los gatos que se cruzaban ante su único escenario artistíco: la ventana.
¿Por qué lo hacía? Yo tampoco lo sé. Pero eso tampoco es importante.
La niña de vidrio se negó a ir a prisión por "zootráfico de drogas" ya que lo encontraba muy poco ético (esto no concuerda con una historia tan ética como esta) y le da la espalda irrespetuosamente. Entonces el oficial le agarró bruscamente las manos y las puso en su espalda para proceder a esposarla.
La niña comenzó a llorar, sentía un dolor infinito debido a algo tan insignificante pero infernal para alguien con su extraña y peculiar enfermedad.
Entonces el policía, creyendo que fingía, la agarro de las caderas y la dió vuelta para pegarle una cachetada.
Entonces lo gritos comenzaron a convertir en este pequeño apartamento en un infierno de pánico debido a un dolor que no se puede describir.
Como no le creyeron, la llevaron al manicomnio por "loca".
Entonces la niña de vidrio tuvo un nuevo hogar, nuevamente entre cuatro paredes y sola (como siempre) pero con paredes acolchonadas. Ya nunca más iba a sufrir. Ya nunca más se iba a pegar con un mueble. Pero... ya nunca más podrá ver a través de esa ventana, la única ventana al mundo: una pared.

No hay comentarios: